LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE FAMILIAR.
La vida en familia es un eficaz medio educativo al que debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La escuela complementará la tarea, pero en ningún caso sustituirá a los padres.
Es fundamental que los siguientes elementos tengan una presencia importante y que puedan disfrutar del suficiente espacio:
1. AMOR
2. AUTORIDAD PARTICIPATIVA
3. INTENCIÓN DE SERVICIO
4. TRATO POSITIVO
5. TIEMPO DE CONVIVENCIA
1. Amor
Lo importante es que el niño se sienta amado. Y esto se consigue mediante los pequeños detalles de cada día, y mostrándonos comprensivos y pacientes.
2. Autoridad Participativa.
La autoridad es un derecho y una obligación que parte de nuestra tarea de ser padres Pero la autoridad sólo tendrá una función educativa si se ejerce de manera persuasiva cuando los hijos son pequeños, y de manera participativa cuando ya sean mayores.
3. Intención de Servicio.
Los padres debemos buscar la felicidad de nuestros hijos y ayudarles para que su vida sea más agradable y más plena.
4. Trato Positivo.
El trato que brindamos a nuestros hijos debe ser de calidad y positivo, es decir, agradable en las formas y constructivo en el contenido.
5. Tiempo de Convivencia.
Es necesario que exista tiempo libre para disfrutar en familia. Muchas veces no es necesario disponer de mucho tiempo, sino que el tiempo que se disfrute sea de calidad.
¿CÓMO CONSEGUIR UNA AUTORIDAD POSITIVA?.La palabra autoridad quiere decir ayudar a crecer.Para seguir teniendo autoridad es preciso ganarla día a día con decisiones:
• Adecuadas.
• Justas.
• Útiles.
CONDICIONES BÁSICAS PARA TENER AUTORIDAD EN CASA
La autoridad de los padres será eficaz si reúne ciertas condiciones:
1. Que exista consenso entre el padre y la madre.
2. Que se ejerza de modo participativo y se sepa llegar a acuerdos.
3. Que persiga como fin la educación de los hijos y su autonomía.
4. Que sea coherente con la conducta de los propios padres.
5. Que se apoye en valores y normas estables.
1. El consenso en la pareja. Que la pareja debe estar de acuerdo en los objetivos y los medios educativos es algo evidente aunque a veces no es fácil de llevar a cabo.
2. La autoridad debe ejercerse de forma participativa. Los padres no debemos imponer nada a nuestros hijos de manera despótica.
3. Los padres deben buscar la felicidad de los hijos y potenciar su autonomía. Sólo en la medida en que nuestros hijos se den cuenta que las normas que establecemos y las cosas que les mandemos son para su propio beneficio e interés, nos aceptarán como autoridad.
4. La autoridad no debe ser aleatoria, debe apoyarse en valores y normas estables. Mandar o exigir cosas según el propio estado de ánimo o según las circunstancias es una manera muy eficaz de conseguir que perdamos autoridad sobre nuestros hijos.
5. La conducta de los propios padres debe ser coherente. Los padres deben predicar con el ejemplo.
6. La autoridad debe traducirse en hechos. La autoridad, además de tenerla, hay que ejercerla..
¿Cuáles son los fallos más frecuentes que padres y madres cometemos cuando interaccionamos con nuestros hijos?.
Estos son los principales fallos que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:
1) La permisividad. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal.
2) Ceder después de decir no. Una vez que usted se ha decidido a actuar, la primera norma de oro es la del no. El no es innegociable. Nunca se puede negociar el no. En cambio, el sí, sí se puede negociar.
3) El autoritarismo.. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia.
4) Falta de coherencia. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre.
5) Gritar. Perder los estribos... Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño. fácilmente al insulto, la humillación Nunca debemos llegar a este extremo.
6) No cumplir las promesas ni las amenazas. Cada promesa o amenaza no cumplida es un girón de autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar.
7) No negociar. No negociar implica inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación.
8) No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos.
9) Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Siempre quieren que sean los mejores... y ¡ya!.
Estos consejos sólo necesitan , por un lado, el convencimiento -muy importante- de que son efectivos y, por otro, llevarlas a la práctica de manera constante y coherente.
1) Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Es la primera condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja,
2) Enseñar con claridad cosas concretas. Estas instrucciones generales Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo.
3) Dar tiempo de aprendizaje. Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención.
4) Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejora.
5) Dar ejemplo .
6) Confiar en nuestro hijo. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto suceda si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.
7) Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo.
8) Se conscientes de nuestros fallos. El asumir un fallo por parte de los padres da seguridad y tranquilidad. Los pequeños fallos enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.
Todas estos pequeños trucos necesitan : amor y sentido común.
Educar es estimar, El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.
El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto.
La obediencia de nuestros hijos
¿Está adquiriendo nuestro hijo el mal hábito de la desobediencia?
En algunas ocasiones la desobediencia es clara : nuestro hijo se niega a cumplir nuestras órdenes de una forma explícita o hace, precisamente, lo que le hemos prohibido
Otras veces:
• Hace como si no nos hubiera oído y se ampara luego en esta excusa para justificarse.
• Nos dice que varias veces para no tener que oírnos más pero no tiene intención de cumplir con la petición
• Busca excusas del tipo: "No hago la cama porque llegaré tarde a clase", "no puedo ir a la compra porque ayer en clase de gimnasia me hice daño en el pie"
• Expresa su desobediencia mediante comportamientos exagerados, como dar un portazo utilizar palabrotas, llorar…
¿Por qué es desobediente nuestro hijo?
En ocasiones, los padres estamos más pendientes de nuestro hijo cuando se comporta de manera inadecuada, que cuando lo hace de forma correcta. Esto conlleva a menudo que los niños se nieguen a cumplir nuestras exigencias con el fin de llamar nuestra atención.
¿Cómo podemos actuar ante la desobediencia de nuestro hijo?
Existen unos pequeños consejos que facilitarán la obediencia de nuestro hijo. Si las practicamos de manera constante, probablemente pocas veces nos veamos obligados a poner en práctica los consejos sobre qué hacer cuando nuestro hijo nos desobedece.
Antes de que nuestro hijo nos desobedezca:
• Siempre que sea posible, en lugar de dar órdenes o hacer preguntas, ofrecer dos opciones para que nuestro hijo pueda escoger una.
• Procurar no darle demasiadas instrucciones a la vez. Es mejor esperar a que obedezca una orden, antes de plantearle la siguiente.
• La instrucción debe ser simple, utilizando pocas palabras. Es importante que sea comprensible para nuestro hijo y adecuada para su edad.
• Utilizar un tono de voz agradable. Es mejor si nos ponemos a la altura de nuestro hijo y le miramos directamente a los ojos (asegurándonos que él también nos mira).
• Es importante que expliquemos a nuestro hijo porqué le pedimos o le prohibimos que haga algo.
• Establezcamos hábitos. A tu hijo le ayudará a obedecer el hecho de tener que hacer cada día lo mismo y a la misma hora.
• creación de las normas., es importante que empecemos a dejarle negociar con nosotros las exigencias y las consecuencias de su cumplimiento o incumplimiento, escuchando sus sugerencias. Pero, en último término, seremos nosotros los que decidiremos.
• Para motivar a nuestro hijo para que cumpla aquello que más le cuesta, le daremos la indicación de manera positiva, explicándole que, cuando cumpla nuestro mandato, le ofreceremos un privilegio.
• Es de suma importancia que, cuando haga lo que le pedimos, alabemos y elogiemos su comportamiento (felicitarlo, decirle lo contentos que estamos de lo que ha hecho, etc.).
• Las consecuencias que seguirán a la desobediencia, deben quedar establecidas claramente de antemano.
• Comprobar y asegurarnos que cumple con lo indicado para, después, poder aplicar las consecuencias apropiadas.
En el momento en que nuestro hijo nos desobedece:
• Aunque estemos enfadados con nuestro hijo, debemos explicarle con objetividad y serenidad las ventajas de obedecer y por qué es necesario suprimir privilegios cuando no lo hace.
• A veces el sentido del humor puede ayudarnos a solucionar situaciones muy tensas,
• Asegurémonos de que haya entendido la orden. Escuchémosle con atención cuando intente dar una explicación. Si
• Si no obedece, sin discutir le quitamos aquellos privilegios que habíamos establecido de antemano. Para que la estrategia funcione, es importante que los privilegios suprimidos sean valorados por nuestro hijo.
• Tiempo fuera: Cuando nuestro hijo desobedece "descaradamente" a pesar de varios avisos por nuestra parte, no perdamos el control.
Lo mandaremos solo, sin discutir a una habitación o a un lugar donde no pueda entretenerse, durante un período breve de tiempo. Comprenderá que para mantener sus antiguos privilegios es mejor obedecer a la primera.
• Le quitamos nuestra atención y le ignoraremos cuando conteste provocativamente a nuestras indicaciones o por ejemplo, se vaya dando un golpe a la puerta.
• Si la desobediencia implica una acción peligrosa para nuestro hijo o cruzar la calle sin mirar, romper objetos, etc. mostrando expresión y tono de voz firme, le diremos: "¡no!" o "¡basta!" . Si es necesario, pararemos físicamente su acción. Luego, le retiraremos un privilegio.
(Documento extraído de solohijos.com)
domingo, 14 de marzo de 2010
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